Según el autor, en los paises desarrollados el éxito de la nueva cultura de la Administración pública, imponiéndose sobre el paradigma burocrático, se enfrenta a dos grandes restricciones: 1) la sobrecarga a la que se ven sometidos los recursos, tanto financieros como humanos, frente al explosivo crecimiento de las actividades administrativas; 2) se está desarrollando no sólo una revolución en términos de actividad humana , sino también en cuanto al funcionamiento de los sistemas de poder. La figura central del funcionario público obediente, implementador de las decisiones adoptadas a través de procesos democráticos, no se ajusta a la nueva realidad. El problema básico de la transición entre el viejo paradigma y el emergente es cómo superar la contradicción existente entre la creciente necesidad de dominar situaciones complejas frente a la disminución de los medios para lograrlo. La respuesta parece ser simple: desregular, dr poder de decisión a los operadores, que asuman la responsabilidad, resolviendo los conflictos a través de la cooperación. Pero las personas involucradas pueden exigir libertad, pero negarse a asumir responsabilidades, ya que no saben cómo cooperar y enfrentar conflictos. De modo que, para lograr el éxito, se debe construir una cultura de administración pública a partir de dos condiciones básicas: la capcidad de cooperación de las personas en todos los niveles operacionales y la capacidad de comunicación libre , abierta, que cruce todas las barreras de especialización. Se necesita conocer a fondo el istema humano que se pretende reformar y además, se debe compartir el conocimiento de manera de que los sectores involucr

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