El desarrollo de un sistema de profesionalización de la gestión pública en todos sus niveles, mediante adecuados criterios de carrera, donde la capacidad de cada individuo sea único requisito para ocupar un puesto de trabajo y su principal incentivo sea la valorización ética de la función pública y del servicio de atención de las necesidades de los ciudadanos, constituye el medio más apropiado para lograr eficacia y eficiencia en la gestión y eliminar la corrupción.Numerosos proyectos para la generación de carreras profesionales para la gestión pública en la República Argentina se han visto limitados en las últimas décadas. En todos los casos esos proyectos estaban destinados a lograr mayor eficacia y eficiencia en el ámbito administrativo, mediante la incorporación de agentes capacitados, y reducir los focos de corrupción por el incentivo que representa una carrera estable.Contribuyeron a estas limitaciones un conjunto de factores, entre los cuales se pueden destacar: a) las variaciones del modelo de conducción política, donde conflictos ideológicos de varias décadas dieron lugar a fuertes convulsiones sociales que desembocaron en un atroz régimen autoritario que no vaciló en avasallar los más elementales derechos humanos y destruir las bases éticas del aparato estatal, dejando a cargo del Estado una deuda externa injustificada por su aplicación y desproporcionada en relación a los medios de pago disponibles; b) la debilidad del sistema democrático para mantener la economía en crecimiento sostenido, condicionando el presupuesto público a la atención de la deuda sin poder evitar su constante incremento, pese a los logros en la restitución de las instituciones y la estabilidad de la moneda;c) la imposición de nuevos modelos en las relaciones sociales y económicas, a partir de la globalización, mediante la aplicación mecánica de teorías que conciben al mercado como único medio capaz de regularlas, creando iniquidades que han llamado a la reflexión a muchos de sus mentores; d) los cambios habidos en cuanto a la interpretación del rol del Estado como articulador de las relaciones sociales y económicas de la sociedad, tratando de pasar de un Estado centralista, regulador económico, productor de bienes y servicios y redistribuidor de recursos a un Estado descentralizado, desregulador, desprovisto de entes productores y ceñido al cumplimiento de funciones básicas; e) falta de una adecuada interpretación de cuáles son los espacios de las funciones políticas y técnicas en la gestión pública y como deben complementarse; f) carencia de indicadores equitativos para la medición de eficacia y eficiencia en la gestión pública;g) mala interpretación del significado de "carrera profesional" donde se confunde escalafón con mejoras salariales continuas y estabilidad con impunidad; y h) Escaso control social sobre la función pública.Pese a tales obstáculos los resultados alcanzados en la profesionalización, como en el caso del Cuerpo de Administradores Gubernamentales, permiten demostrar que es la mejor estrategia para que el control de la corrupción en la gestión pública, dotándola de recursos para que sea más eficiente y eficaz. En las conclusiones se enuncian los esfuerzos que deben realizar los sectores políticos y sociales para lograr este objetivo.

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