Se examinan diversas visiones de autores para quienes las virtualidades democratizadoras de la descentralización en lo social y político, parecen evidentes, sin embargo no todos comparten una visión optimista sobre esos supuestos efectos democratizadores y sostienen que las condiciones estructurales y las restricciones de las crisis socio-económicas, son obstáculos con capacidad de resignificar y refuncionalizar a la descentralización en una dirección no compatible con mayor democratización o participación social. La necesidad de un nuevo contrato entre Estado y sociedad civil, actualiza la cuestión democrática. La descentralización constituiría la condición para diseñar una nueva institucionalidad fundada en la democracia de base o participativa como complemento de la democracia representativa. También se sostiene que la principal debilidad del discurso descentralizador progresista, tal vez no sea su poca atención a las restricciones estructurales sino la de ser un discurso teórico sin sujeto social. En América Latina, a diferencia de otras realidades, la demanda descentralista no encarna en fuertes identidades regionalistas ni en movimientos sociales y es esta falta de sustento orgánico a nivel de la sociedad civil lo que hace que la estrategia descentralizadora responda prioritariamente a las necesidades del Estado quien en lugar de síntesis de los equilibrios de la sociedad civil, expresa hoy los dicursos y las orientaciones dominantes, la descentralización desde "arriba" difícilmente se resuelva en una reversión de la expropiación política de las clases populares debido al sesgo autoritario que conlleva un proceso liderado por el Estado y por el otro, su tendencia a articular con el diagnóstico y las estrategias del paradigma neoliberal el cual no muestra preferencia para articular a la descentralización con las temáticas de la democracia y la equidad sino con la eficientización del gasto público.

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