El presente trabajo buscar reflexionar sobre la imbricación de dos temas que consideramos de especial trascendencia para el futuro de las sociedades democráticas de cara al siglo XXI: la gobernabilidad y el liderazgo político. Concretamente, en el caso que nos ocupa, se centrará el análisis en un área geográfica determinada, Centroamérica, y dentro de ella, en Nicaragua y Panamá. La razón de seleccionar ambos estudios de casos, es porque consideramos que reúnen una serie de elementos que nos van a permitir proponer hipótesis de trabajo que puedan ser utilizadas para análisis posteriores. En el caso de Nicaragua, las elecciones Presidenciales de noviembre de 2001, abren un estupendo campo de investigación para el liderazgo político, en relación, con aspectos como la necesidad de renovación de la clase dirigente; los elementos carismáticos; los cambios generacionales en los electores; la importancia de la situación político, social y económica en la cual tiene lugar; etc. Por su parte, en el caso panameño, se comenzará el estudio a partir de las últimas elecciones nacionales del siglo XX, las celebradas en mayo de 1999. En ella, nos detendremos en una variable que ya se comenzó a señalar en el caso anterior, la de género. Se profundizará en la misma, así como en las herencias del pasado para la configuración o no del líder político; la importancia del partido político, etc.Todo ello se enmarcará en un marco teórico aún en estado embrionario en la ciencia política española, el del liderazgo político. Los estudios que existen sobre este particular son escasos y en muchos casos incompletos. Adoleciendo de un marcado carácter rupturista de las aportaciones clásicas y de los estudios norteamericanos. La confusión de los conceptos y su utilización en el lenguaje cotidiano, sobre todo, el mal uso por su presencia en los medios de comunicación, nos ha llevado a la necesidad de profundizar en su conocimiento. No es posible intentar describir situaciones a través de la transposición de conceptos y teorías que fueron creadas para otras realidades. De ahí, que busquemos abrir un campo para la reflexión en este sentido. Pensamos que aún queda mucho camino por recorrer, los estudios de caso son un buen mecanismo para avanzar poco a poco, pero sin caer en la casuística ni, en la ya comentada, teorización a posteriori.Si a comienzos de la década de los noventa, nos felicitábamos por los avances sociales y políticos de los países latinoamericanos, a comienzos de esta década, debemos esforzarnos en consolidarlos y, sobre todo, en que no se produzca una regresión hacia situaciones dictatoriales. El potencial humano de estas naciones es infinitamente mayor que el de los gobernantes que presumen de dirigirlas, pero, no termina de canalizarse hacia alternativas. Para ello, es necesario profundizar en el aprendizaje de una nueva cultura política que remarque valores como la solidaridad, la justicia, la libertad o la igualdad, por citar algunos. En última instancia, son las personas las que dan forman y conforman las instituciones y, de ahí, que sea hacia ellas hacia las que debamos dirigir los esfuerzos para alcanzar la tan ansiada gobernabilidad democrática. Los pilares están puestos, el liderazgo político innovador, transformador y legítimo, es uno de sus andamiajes. Abriendo, eso sí, el horizonte a aquellos sectores que tradicionalmente se han visto fuera del juego político, llámense mujeres; indígenas; etc.De ahí la necesidad de reflexionar sobre el liderazgo político y sus manifestaciones o falta de ellas en América Latina y/o en los países que le dan forma. Por eso el futuro es incierto y el debate está abierto. Esperamos las contribuciones al mismo.

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