El fenómeno de la corrupción no es exclusivo de gobiernos autoritarios, se presenta en todos los niveles de desarrollo y sistemas económicos. Los costos de las prácticas corruptas son más evidentes en los países menos desarrollados ya que retrasan el crecimiento y el desarrollo económico y deteriora la legitimidad política y la estabilidad del sistema, pero también son destacables en los países industrializados dado que el desvío de recursos disminuye las posibilidades de mejorar los estándares de vida.El proceso de globalización de la corrupción se ha visto favorecido por los cambios políticos sistémicos, la liberalización económica y el fortalecimiento de las democracias nacionales.Los esfuerzos coordinados de las nacionales y los organismos internacionales contra la corrupción iniciaron apuntando primero al combate del narcotráfico, siendo en la década de 1990, con el nacimiento de Transparencia Internacional cuando se ataca el problema con mayor eficiencia.Es de destacar el gran daño en la confianza de la ciudadanía que las prácticas de corrupción desatan. En el caso de la República Argentina, la corrupción ha deteriorado el sistema provocando en los ciudadanos una sensación de desprotección por el abuso de puestos o desvío de recursos públicos en formas ilegítimas, lo cual se canalizó en diversas formas de violencia social atacando la gobernabilidad del país.

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