Tipo de ítem | Biblioteca actual | Solicitar por | Estado | Fecha de vencimiento | Código de barras |
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Recurso digital |
Biblioteca Central
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INAP-AR:CD 45 | Disponible | 008593 |
En los últimos años ha ganado impulso la noción que la política es un factor crucial para el desarrollo económico. Si las instituciones importan para el desarrollo y la política es relevante para el funcionamiento de las instituciones, la política importa para el desarrollo. Hasta ahora ha prevalcido la noción que el deterioro económico en los países subdesarrollados contribuye a la ruptura de las condiciones básicas para la democracia; sin embargo, la relación de causalidad en sentido contrario no había sido analizada cuidadosamente. En los últimos años viene ganando espacio en la comunidad del desarrollo la conclusión de que la democracia no es solamente una exigencia ética del espíritu humano, pero también una condición técnica para el desarrollo por que en sólidos sistemas democráticos hay una relación más eficiente entre el Estado y el mercado, y las instituciones y políticas públicas responden mejor a las necesidades de la ciudadanía.A menor democracia, mayor captura del Estado y las políticas públicas por intereses particulaes. La existencia de instituciones democráticas sólidas, por tanto, tiene un valor muy amplio para el desarrollo. La calidad de la política democrática determina el margen de resultados de los gobiernos en cuanto a su capacidad para traspasar las preferencias e intereses de los ciudadanos en políticas justas y efectivas.Durante un largo período existió una batalla política-ideológica excluyente respecto a la vía más apropiada para promover el desarrollo: el Estado o el mercado. Solamente ahora estamos en proceso de salir de los mayores extremos de ese debate, y podríamos considerar que se ha alcanzado un consenso que si bien reconoce la necesidad de dejar al mercado la función principal en la asignación de recursos, la producción, el consumo y la determinación de los precios relativos, al mismo tiempo acepta el papel fundamental del Estado en cuanto a la promoción de la equidad y la competencia (a través del establecimiento de reglas, la protección de los derechos de propiedad, el arbitraje de conflictos, la creación de infraestructura física y de capital humano), que el mercado por si solo no produce.No prestar atención a la importancia de la política para el funcionamiento de las instituciones y la economía ha conducido a dos extremos recurrentes en la historia de América Latina: considerar como fallas del mercado lo que en realidad han sido fallas de la política por clientelismo, corporativismo, amiguismo y en algunos extremos sultanismo, lo cual de alguna forma ha conducido a las reacciones populistas extremas; o bien atribuir a fallas del Estado lo que en verdad, por las mismas razones, han sido fallas de la política. Este segundo extremo ha conducido a las reacciones antiestatales fundamentalistas.
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