El trabajo busca realizar un aporte en un tema de alta sensibilidad para los Estados en procesos de integración como lo es la inclusión de la dimensión social a nivel regional. Para realizar esta aproximación se parte de la base que los cambios que se han operado a distintos niveles llevan a la necesidad de nuevas competencias del Estado en el ámbito internacional y regional. Por otra parte, la internacionalización del mercado ha llevado a una modificación de las relaciones laborales, frente a las cuales las respuestas que se proveen desde el Estado son diferentes.Los desafíos del Estado frente a la trans-nacionalización de los flujos de distinta índole (migratorios, ambientales, de transporte, financieros, entre otros), plantea entonces una elaboración específica del eje Estado-sociedad. En la medida que surge un proceso regional en la articulación Estado-mundo, el regionalismo se plantea como referencia intermedia y nuevo contexto a ser construido. El enfoque escogido considera que los nuevos regionalismos no asumen respuestas similares y que por ende los contenidos de las mismas tienen una definición constructiva que surge de la interacción de los actores políticos y actores de la sociedad civil con la consiguiente canalización institucional y definición normativa. Esta aproximación explica el fenómeno de que la participación de la sociedad civil se exprese diferentemente en los procesos regionales de acuerdo a la resolución que se haya dispensado a la cuestión laboral en su relación con el mercado.El análisis del Mercosur como fenómeno específico nos muestra que los objetivos del proceso llevan necesariamente a una agenda compleja y a una necesaria articulación y participación de los actores de la sociedad civil. En ese sentido, el trabajo muestra que desde los inicios se planteó el doble componente de la dimensión social: la participación de los actores de la sociedad civil en forma creciente y políticas específicas en distintos ámbitos de los gobiernos, comenzando por el sector de la educación.Las insuficiencias institucionales han llevado a que la regionalización del Estado y la sociedad no consoliden y legitimen este nivel de funcionamiento. Ello se ve entre otras cosas en la mirada casi única que han tenido las reformas del Estado hacia el ámbito nacional, cuando resulta necesario también una reforma para completar la proyección externa. De esta forma, se visualizan más las voces divergentes de la sociedad, que se han expresado a través de distintas instancias creadas por los actores (agrupaciones regionales, agrupaciones por sector, red de Mercociudades), que la regionalización de la política y de los gobiernos. Estas insuficiencias provocan, entre otras cosas, un problema básico en la reformulación del eje Estado-sociedad, ya que existen vacíos institucionales en distintos ámbitos en la articulación entre lo local-nacional y regional.

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