Publicado también en: Kliksberg, Bernardo, comp. El rediseño del Estado : una perspectiva internacional. México, Inap, 1996.

Ponencia que tiene por objetivo explorar la cuestión del papel irrenunciables del Estado en el ámbito de las nuevas fronteras que se están delineando entre el Estado y la sociedad. Sostiene que el Estado tiene un ámbito de intervención y un rol conciliador entre las demandas de estabilidad, crecimiento y equidad en las que se funda, desde sus orígenes, el orden capitalista. Por tanto, la redefinición de reglas de juego entre el Estado y la sociedad no debe implicar la desaparición del Estado, sino su transformación cualitativa y cuantitativa para el desempeño de un papel socialmente relevante y deseable. La operación de esta transformación deberá sustentarse en una concepción que rechace simultáneamente las nociones antitéticas acerca de la inevitable supremacía del mercado sobre el Estado o de éste sobre aquél. Con base en el análisis de bibliografía reciente sobre las modalidades que asume el proceso de reforma estatal, así como en la evidencia recogida en diversas experiencias en curso, trata los siguientes temas: acerca del rol del "semáforo"; las fronteras porosas y móviles; la crisis y los culpables; las reglas del juego; las formas de la reforma; los aprendices de brujo; la cuestión de la hipertrofia o la deformidad del Estado; de Goliath a David. Señala que en la mayoría de los países se ha generalizado la sensación de que el sector público -sin perjuicio de cómo se lo mida o cuán modesto resulte su tamaño- se ha hecho demasiado grande, así como la premisa de que se requiere una "cirugía mayor". Parece existir consenso en que las transformaciones deben ser drásticas, pero aún no está claro el estado meta al que apuntan esos cambios. El fortalecimiento del Estado hacia adentro debería convertirse en el objetivo prioritario para evitar la anomia de una sociedad guiada exclusivamente por una "mano invisible" que bien podría ser la de un carterista. Capacidad institucional, representatividad y autonomía deberían ser hoy los rasgos centrales del Estado. Los lemas dominantes de su acción deberían estar dados por los términos "responsiveness" y "accountability", de difícil traducción latina. Bajo tales condiciones, la redefinición de sus relaciones con el sector privado no debería generar sobresaltos ni falsos escrúpulos ideológicos. Es necesario un "Estado atlético" compatible con un sistema de organización social capitalista y democrático. Teóricamente, un Estado con esas características estaría en condiciones de inducir la innovación tecnológica, contrarrestar las fluctuaciones económicas, promover la inversión, facilitar la movilidad laboral, prestar servicios que mejoren el bienestar y mantener niveles de ingreso. Los instrumentos existen y hay sobradas pruebas de su eficacia; la pregunta pendiente es si tal sistema estará en condiciones de procurar un mínimo de bienestar a todos los miembros de una comunidad nacional. Concluye señalando que, aún si las economías de mercado perpetuaran la irracionalidad y la injusticia, sería posible suponer que -en condiciones de gran abundancia- un gobierno con un mandato popular de erradicar la pobreza, que ha adoptado políticas para minimizar los pesos muertos del aparato estatal, podría tratar de que las necesidades básicas de cada uno sean satisfechas. Todo lo que se necesita es un Estado que pueda organizar mercados eficientes, gravar a qui

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