Ponenciaque expresa que los Estados latinoamericanos asisten en los años noventa, a un renovado impulso regional, que con buen criterio se lo denomina la era de la "integración hacia afuera", esto es la integración económica orientada hacia la búsqueda de la eficiencia productiva y la competitividad, la conquista de mercados externos y el aumento de los mecanismos financieros y capacidades de negociación. Simultáneamente, al regionalismo imperante, estas naciones son actores de un mundo cada vez más globalizado e interconexo. La globalización de la producción y las finanzas, como manifestación a nivel mundial de los principio rectores del libre comercio, afecta cada vez más a la capacidad del Estado, en el control de su economía, tanto que la problemática mayor que enfrenta el Estado actual no es militar ni político-ideológico, sino de orden económico-tecnológico. Ante la disyuntiva: globalización y regionalismo, no es lógico para el Estado latinoamericano, plantearse ambas tendencias en términos contradictorios, sino más bien como características del marco internacional contemporáneo. En América Latina el regionalismo se manifiesta en la tendencia al desarrollo de modelos selectivos de integración como lo son el MERCOSUR, y demás acuerdos de alcance parcial en el marco de la ALADI, como así también en la refuncionalización de esquemas ya existentes. Esta tendencia encuentra su basamento político en la casi total democratización de la región y su fundamento a otorgar legitimación no sólo a los gobiernos de la región sino también al nuevo contexto integracionista y sus mecanismos institucionales. Asimismo, las necesidades del mercado conducen a los gobiernos a fomentar la integración regional como base necesaria para una futura inserción internacional en este nuevo mercado global que se manifiesta en la transnacionalización de la producción, el comercio y las finanzas, por encima de las limitaciones ideológicas, y los conceptos más o menos rígidos de fronteras nacionales. En tal contexto, asistimos a la consolidación del traslado del poder político al poder económico en el orden internacional, con un predominio cada vez mayor de reglas multilaterales. Ante ello, para el Estado latinoamericano, el desafío actual, sigue siendo el buscar la complementación entre la integración y la diversificación, compatibilizando a su vez la integración subregional y hemisférica, con vistas a una inserción competitiva a nivel internacional.

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