Síntesis de una conferencia pronunciada por el director de l'Ecole Nationale d'Administration (ENA) de Francia, en 1986 para los alumnos del Curso de Formación de Administradores Gubernamentales en el INAP. Tuvo por objetivo aportar elementos de juicio sobre la problemática de las relaciones entre el poder político y el poder administrativo, de acuerdo con la experiencia francesa en el período 1981-1986. Postula que el sistema democrático asegura una renovación progresiva y permanente de las élites dirigentes, pero que dentro de tal renovación debe preservarse la continuidad sustancial de la gestión gubernamental. Esta continuidad puede lograrse a través de la constitución de una élite administrativa caracterizada por la neutralidad y por la competencia, que conquiste una legitimidad propia tanto con respecto a los intereses privados como a los intereses públicos. En este sentido, no se trata de formar "técnicos" en administración pública, sino de formar generalistas que sean capaces de utilizar todas las técnicas de la administración en un contexto político, de convertirse en la adecuada interfaz entre los administradores y los hombres políticos. Para ello es necesario buscar un perfil de funcionarios generalistas, polivalentes e impregnados por la historia del país. Pero todas estas cualidades no tendrían ningún sentido si la administración no fuera realmente neutra, y neutra quiere decir fundamentalmente no sometida a otro interés que el interés general. Un punto delicado en el desempeño de la función pública es el de la neutralidad frente al poder político legítimamente elegido. Se trata de reconocer, bilateralmente, la existencia de dos legitimidades portadoras de dos racionalidades distintas. El secreto de la posibilidad de funcionamiento del aparato estatal reside posiblemente en la aceptación de esa doble legitimidad. Cuando falta la interfaz entre lo burocrático y lo político, el sistema se bloquea: los políticos terminan desenchufados de la realidad y la burocracia termina a su vez, con su inercia paquidérmica, inmovilizando cualquier iniciativa. Finaliza describiendo la experiencia francesa en el período 1981-1986, en que los cambios de cúpula preservaron siempre el resto de la pirámide administrativa, lo que corrobora la solidez y eficacia del sistema.

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