Obra que articula investigaciones interdisciplinarias, que parten de tres consideraciones: 1) El reconocimiento de la importancia estratégica que cobra la construcción de las regiones en la etapa de la globalización, al punto de poder decir que no hay nación sin región. 2) Se produce, en el inicio de siglo, un significativo retorno de la problemática del desarrollo, luego de décadas de neoliberalismo y economicismo y de un modelo que llevó al desplazamiento del concepto de desarrollo por el del mero crecimiento definido por el libre mercado. En este sentido, el fracaso del proyecto neoliberal en la región y su implosión en el caso argentino no sólo enfrenta con el desafío de crear un proyecto de desarrollo distinto sino, más aún, de reconstruir el tejido económico y social de los países de América Latina. 3) Rescatar la relevancia que adquiere la reflexión ética e integrada, tanto en torno a la problemática del desarrollo nacional como en torno a la integración regional. La obra podría considerarse como un intento de contribuir a la construcción de un "regionalismo integral" que articula las dimensiones económica, política, social, ambiental y ético-cultural, en contraposición del modelo economicista, comercial y librecambista planteado en la década de los noventa y que hoy se encontraría agotado. A la vez, la búsqueda de aprovechamiento de un contexto de oportunidades donde se delinearían con cada vez mayor claridad dos bloques con perspectivas distintas sobre el futuro de la región, la ciudadanía democrática y el papel del Estado en la generación de empleo: el ALCA y el Mercosur ampliado. Allí, sobresalen dos cuestiones: la importancia del movimiento social en la repolitización de la cuestión regional y en la determinación de estos clivajes incluso en contradicción al posicionamiento habitual que los mass media han operado en torno a la cuestión. Y la segunda, luego de la crisis del modelo neoliberal, la generalización de gobiernos de centro-izquierda en América del Sur que tienen en común una apuesta a la reforma social, la búsqueda de mayor autonomía de las grandes potencias y una voluntad de integración renovada. En consideración a estos dos emergentes, se trata de realizar una apuesta a un regionalismo que incorpora la dimensión ética del desarrollo en la constitución de un nuevo modelo que podría otorgarle identidad y ciudadanía al proceso de integración de América Latina. La apuesta es fortalecer la autonomía de la región y la articulación de los espacios locales, nacionales y regionales, relativizando el atractivo de modelos de integración puramente comerciales y desciudadanizantes, con aperturas asimétricas que confirmen la tendencia a la inequidad y a la pérdida del control de los destinos nacionales que es lo que ha caracterizado hasta ahora a la globalización. Incluye bibliografía.

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