La Propuesta Formativa del INAP para 2022 representa un desafío que contempla dos nociones: por un lado, recuperar y deconstruir la experiencia del año anterior —el aislamiento obligatorio, los cambios vertiginosos en cada aspecto vital, la incertidumbre, los nuevos modos relacionales de las personas y las instituciones, etc.—, y, por el otro, acompañar el retorno a las tareas —laborales, académicas, particulares— con la complejidad y las tensiones que esto implica. Una realidad multidimensional y diversa demanda herramientas y saberes acordes a sus características, capaces de contener y fortalecer las capacidades existentes, pero también de alentar y potenciar las nuevas formas conocimiento en las que el Estado cumple un rol central. Este documento no es resultado sino avance de un trabajo colectivo, interdisciplinario, situado y en permanente movilidad de quienes intentamos a diario generar procesos de aprendizaje desde y para la Administración Pública Nacional. Cada página representa la puesta en común de objetivos, áreas, estrategias, líneas de investigación y decisiones —políticas, epistemológicas y profesionales— para la creación colaborativa de espacios y trayectos pedagógicos. Democratizar la formación implica revisar las metodologías, los modos de comunicar, las plataformas y hasta los valores (y prejuicios) vinculados con la educación y el empleo público, cuya dinámica dio cuenta —especialmente durante los dos últimos años— de las capacidades de sus agentes, quienes cumplieron sus funciones en entornos flexibles o mixtos y aportaron su calidad (humana y técnica) a cada área del INAP. Los principios de trabajo digno, el respeto por los derechos humanos, el Estado al servicio del desarrollo del país, la soberanía, la gestión eficaz y transparente, la calidad en la producción de bienes y servicios públicos, la capacitación, la participación comunitaria y la diversidad son la base perdurable de esta Propuesta Formativa. El resto es movimiento.