El encumbramiento de los técnicos asume distintas modalidades: se presenta como una lenta evolución en los países capitalistas adelantados, como una transformación y negación de los objetivos originales en aquellos otros en que los movimientos marxistas se hicieron cargo violentamente del poder, como el motor y el justificativo de los grupos militares que desplazan a los civiles del gobierno en los países subdesarrollados del Tercer Mundo. Los que impulsan el cambio pueden parecer muy distintos entre sí; los une, sin embargo, una ideología común: la ideología tecnoburocrática, cuya base es el culto a la eficiencia. Bresser Pereira considera que la rebelión juvenil iniciada en la década de 1960 puede revertir este proceso, cuya culminación es siempre alguna especie de totalitarismo.