La actitud abiertamente crítica al Estado empresario fue asumida en forma constante por diversas corrientes de opinión durante las últimas décadas de la vida argentina. Los principales voceros y responsables de dichas críticas alcanzaron, en numerosas oportunidades, la conducción del país sin lograr efectos sustanciales en lo que se refiere a la reducción del aparato productivo estatal. Más bien puede decirse lo contrario: éste avanzó sistemáticamente durante décadas respondiendo, sin duda, a razones distintas de las explicitadas por sus críticos. La experiencia del período 1976-1981, que se analiza en detalle, confirma estas proposiciones y, simultáneamente, arroja nuevos indicios sobre los efectos de ese proceso en cuanto al dinamismo de la economía argentina.