Tipo de ítem | Biblioteca actual | Solicitar por | Estado | Fecha de vencimiento | Código de barras |
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Libro |
Biblioteca Central
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INAP-AR:A.1/111 | Disponible | 013136 |
Publicado también en Boletín de Resúmenes del CLAD, Vol. 9 No. 2 (Dic. 1992)
Título original: Etat modeste, Etat moderne : strategie pour un autre changement
Se examina la crisis de la gestión pública y la dificultad que enfrenta la modernización en Francia. Se plantea la necesidad de modificar radicalmente la posición y la estructura del Estado, haciendo un Estado modesto, más inteligente y al servicio de la sociedad, que mejore los sistemas sociales y sus regulaciones y que propicie la búsqueda de la calidad. Si se acepta que el problema fundamental de la sociedad francesa es la modernización de su estilo de relaciones humanas y de sus modelos de autoridad, de decision colectiva y de gobierno, la historia contemporánea muestra que se ha fracasado en ello. En el mundo occidental, la crisis de la gestión pública es universal, pero en Francia es peculiar, por la mayor importancia del papel del Estado, que constituye una entidad monolítica que monopoliza el interés nacional y tiene prioridad sobre los intereses colectivos, locales y regionales y también sobre los privados. Liberales y tecnócratas confunden por igual reglamentación y regulación. Para liberar la economía de la dominación estatal es preciso comprender las regulaciones y la manera en que ellas actúan en el nuevo contexto de las sociedades postindustriales. La intervención activa del Estado debe ser repensada, puesto que los tecnócratas no tienen competencia ni la libertad de espíritu necesarias como para tomar decisiones en lugar de los agentes. Sobre esta base, es preciso elaborar una nueva filosofía de la reglamentación. Una estrategia de modernización de la sociedad francesa debe pasar inicialmente por el desarrollo de los recursos para ello, que son sus propios funcionarios. Aparece como prioritaria la modificación de la forma de razonamiento de las élites administrativas, que en comparación con las de otros países aparece como arcaica. En esta perspectiva, puede tener valor para desencadenar el movimiento la creación de células para la preparación de las decisiones en todas las instancias y la formación de una masa crítica de jóvenes altos funcionarios. El Estado debe dejar de ser una estructura megalómana para convertirse en un Estado modesto. Pero la modestia en este caso significa una meta ambiciosa. La primera condición para ello es la transformación del papel del Estado y de sus agentes, abriendo gradualmente el campo para las decisiones colectivas a los ciudadanos. Una política activa y realista no puede desarrollarse sin el concurso en la práctica de los ciudadanos. Un estado arrogante, omnipresente y omnicompetente es forzosamente impotente, pues sólo sabe ordenar a partir de principios abstractos. Por el contrario, solamente un Estado modesto puede desempeñarse activamente, pues es el único que está en condiciones de escuchar las demandas de la sociedad, de comprender a los ciudadanos y de ayudarlos a alcanzar sus objetivos. Se trata de que el Estado no se proponga cambiar las mentes de los hombres, incidir en lo que tienen de más humano, como es su conciencia. Se trata de que el Estado colabore con el aprendizaje de los ciudadanos para que por si mismos logren superarse en el sentido de los valores sociales. A.S./U.P.
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