Publicado también en Boletín de Resúmenes del CLAD, Vol. 6 No. 3 (Mar. 1990)

Se trata de una ponencia del Presidente del CLAD, presentada en la XIX Reunión del Consejo Directivo de ese organismo. Es una introducción al Coloquio Técnico que discute los problemas del Estado en Iberoamérica y el Caribe, en lo que se refiere a su rol, funciones y tamaño.Se plantea la necesidad prioritaria de tener un diagnóstico claro acerca de la situación del Estado en Latinoamérica, y que éste debe ser producto de una amplia consulta y concertación públicas, para que pueda darse la acción. Desde su inicio, el Estado ha cumplido con las funciones de seguridad interior, defensa nacional, relaciones exteriores, fomento de desarrollo socio-económico, justicia y seguridad social. Poco a poco, en virtud de la interacción social, estas funciones han ido extendiéndose abarcando la producción de bienes y servicios, regulando la vida económica y social. Esto trae consecuencias tales como la preponderancia del Estado frente a la sociedad civil que se encuentra inhibida para la acción.En la actualidad, la relación del Estado con la sociedad civil se caracteriza en todo el mundo por grados diversos de desajuste entre uno y otra. Se exige un estado más descentralizado, que deje un espacio para la acción de la sociedad civil. Se necesita un Estado más fuerte y más colaborador, respetuoso de la sociedad civil, que tenga conciencia de la madurez de ésta y de su capacidad para asumir buena parte de la gestión social. En los países desarrollados, tanto del Oeste como del Este, las reformas se encuentran en curso, tanto a nivel estatal como de organización de la sociedad civil, y parecen dirigirse a dar un salto cualitativo en la productividad del hombre y el fortalecimiento de un Estado de un nuevo tipo. En América Latina, la situación y los desafíos son diferentes, dado el estado de subdesarrollo y pobreza. La implementación de políticas públicas adecuadas y el desarrollo, pasan por la reforma del Estado.La demanda social en cuanto a reformar el Estado, ya existe. Le corresponde a éste tomar la iniciativa, pero con la participación de la sociedad civil a fin de cambiar el tradicional comportamiento centralizador. Los patrones de conducta deben cambiar por ambas partes y esto debe ser el fruto de un ámplio diálogo que dé por resultado que cada quien asuma sus responsabilidades. Las responsabilidades más urgentes para América Latina se refieren a la redimensión de lo público y lo privado, al cambio cultural que implica un cambio de mentalidad, en el sentido de que la administración debe centrar su atención en las necesidades del usuario. Debe enfrentarse al desarrollo económico y el desarrollo social asumiendo que la sociedad civil está en capacidad de gestionar muchas actividades. La descentralización implica la efectiva transferencia de poderes a los distintos niveles de la administración, y debe encararse la movilidad del funcionario público, que no implica inestabilidad. A.S./J.C.

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