En un contexto en el que el concepto de hipótesis de conflicto predominante a lo largo de las décadas precedentes, ha sido sustituido por la noción de hipótesis de escenarios futuros y confluencia de intereses como bases para alcanzar fronteras pacíficas, se impone un nuevo paradigma que vincula también de un modo diferente la relación entre ciudadanía y defensa nacional al punto de modificar sustancialmente la filosofía la dinámica del Sistema de Defensa Nacional.Asimismo, la tendencia global a incrementar por un lado la integración regional, y por otro la cooperación entre el sector académico y la jurisdicción administrativa, así como entre el sector público y el sector privado, impone nuevos interlocutores cuyas capacidades deben complementarse a favor de la eficacia del referido sistema.Así, el personal militar, formado ahora en el marco de una ética ciudadana, que incluye el derecho humanitario y especializado en el uso de las técnicas, compartirá la implementación de las políticas de defensa de la autodeterminación, ya sea en las Fuerzas Armadas o en la conducción del Ministerio de Defensa, con profesionales civiles dotados de capacidades, cualidades y experiencia, provenientes de una sólida formación emanada de la nueva interrelación de los ámbitos mencionados.Las nuevas capacidades directivas, atenderán además de los aspectos específicos propios de las características institucionales, otros, determinados por la complejidad creciente de las tecnologías de los instrumentos vinculados a los sistemas de armas, la logística y las comunicaciones, como así también de las tecnologías de gestión que garanticen por un lado la eficacia y la eficiencia, y por otro lado la impecable subordinación a los objetivos fijados por el Poder Ejecutivo Nacional.

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