El autor ruega no citar (debido a que se trata de una versión preliminar)

Publicado también en Boletín de Resúmenes del CLAD, Vol. 8 No. 4 (Jun. 1992)

Se examinan los cambios que están teniendo lugar en los contenidos y en la dirección de la reforma administrativa en América Latina, a medida que se adelanta la reforma del Estado. Se discuten las consecuencias de estos procesos en las estrategias de organización en el marco de un Programa de Modernización del Estado. En el proceso de reforma administrativa se está produciendo un cambio radical de énfasis, desde la reforma puramente gerencial y técnica hacia la reforma política e ideológica. El objetivo último no parece ser tanto mejorar sino reducir el Estado. Junto con la racionalización de la maquinaria estatal, se está produciendo una creciente deformidad, originada en la distorsión que ocurre cuando los recortes del sector público desconocen el problema de la relación técnica entre los objetivos institucionales y los recursos necesarios para lograrlos. La minimización del Estado se está haciendo en base a las siguientes medidas: privatización, desmonopolización, desregulación y descentralización. Sin embargo, la reforma del Estado debe estar guiada por la redefinición de las fronteras entre actividad pública y privada. El problema no parece radicar tanto en la hipertrofia del estado sino en su deformidad. Llamar modernización o transformación del Estado a simples medidas de contracción a ultranza es un contrasentido. La redefinición del rol del Estado implica la necesidad de devolver a la sociedad muchas funciones. Pero más importante que reducir la hipertrofia es reducir la deformidad, y el camino para lograrlo es fortaleciendo y no demoliendo el Estado. Para transformar al Estado es preciso elaborar una estrategia en la que no basta transferir empresas públicas al sector privado ni transferir servicios a los gobiernos locales. Modernizar el Estado es afianzar la capacidad de gobernabilidad de la sociedad. Durante cierto tiempo se consideró que la modernización del Estado constituía una responsabilidad que debía recaer en un organismo central del gobierno. Las experiencias en este sentido no han sido satisfactorias, por lo que en años recientes se ha venido verificando una tendencia hacia la creación de nuevas instituciones, que han asumido crecientes responsabilidades en materia de reforma del sector público. La frágil situación financiera de los países y la necesidad de centralizar el manejo de recursos ha favorecido esta tendencia. Algunas condiciones para mejorar las perspectivas de éxito en las acciones que se encaren son las siguientes: 1) organizarse para organizar; 2) actuar con prudencia; 3) buscar consenso; 4) promover estrategias cooperativas; 5) procurar pragmatismo y flexibilidad; 6) tener claridad en cuanto a la forma en que los proyectos se inscriben en una estrategia global; 7) fijar claramente las responsabilidades asumidas por quienes intervienen en el proceso de desarrollo institucional; y 8) poseer mística. A.S./M.N.

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