La construcción democrática de la gobernabilidad es uno de los retos de mayor envergadura que tienen los Estados contemporáneos para asegurar la eficacia de los sistemas económicos, políticos y sociales. La tarea de gobernar es ahora de mayor complejidad, debido a que la velocidad de los acontecimientos y la regulación institucional de los mismos, tiene como referente principal la suma de hechos genuinos que se inscriben en la dinámica de la globalidad y en la alteración continua de los contextos en que se desarrolla. En este sentido, para que la gobernabilidad democrática sea fortalecida en el corto, largo y mediano plazo, es necesario que las fuerzas organizadas de la sociedad tengan la visión de llegar a acuerdos fundamentales que permitan contrarrestar males públicos como la pobreza, la exclusión social, la empleomanía, la ineficiencia, la corrupción y la improductividad que lesionan el espíritu constructivo de las esferas privada y pública, las cuales son esenciales en la construcción y el desarrollo equitativo de la sociedad.El fortalecimiento de la democracia moderna en las distintas esferas que la sustentan -económica, política, social, cultural, privada y pública- es condición básica para que sea aceptada como un sistema de reglas consensuadas que garantizan la certidumbre en la vida social y la vida estatal. La eficacia de las instituciones modernas se corrobora cuando las reglas democráticas de la convivencia son aceptadas como punto meridiano de los consensos, lo cual demuestra la adhesión pacífica de los ciudadanos y las organizaciones con el orden establecido. Junto a ello, el fortalecimiento de la gobernabilidad democrática tiene como eje primordial la formulación y aplicación de las políticas de desarrollo en cuanto instrumentos de gobierno que permiten la conducción efectiva, flexible y adaptativa de la vida en común.

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