El objetivo de esta ponencia es analizar el significado, la cobertura y los impactos la administración de la desigualdad en la vida pública, puntualizando la utilidad de la evaluación de los programas sociales que se aplican en México, con objeto de amortiguar las contradicciones, las tensiones y los conflictos, que son la faceta más evidente de las condiciones adversas de vida que padecen las personas y grupos que no han tenido la oportunidad de recibir los beneficios de las políticas incluyentes, distributivas y equitativas.Para tal efecto, es pertinente precisar, en primer término, el concepto de desigualdad para delimitar el terreno de nuestra argumentación; en segundo lugar haremos referencia a la evaluación de los programas sociales como un elemento que se inserta en la inacabada transición política en México y que se relaciona estrechamente con la rendición de cuentas, la transparencia de la información y con las necesidades de un Estado robusto en el ámbito fiscal, pero también como un elemento para ratificar o en su defecto rectificar, el rumbo de los programas sociales en cuanto a sus objetivos de atención de los grupos pobres y las poblaciones vulnerables, así como su potencial para establecer políticas de desarrollo que privilegien el fortalecimiento de redes sociales y el desarrollo de una cultura y éticas cívicas que permitan detener la erosión de la cohesión social, luego, expondremos un ejemplo de evaluación en México, para finalmente, exponer algunas conclusiones provisionales.En la primera parte abordamos el concepto de desigualdad y sus diferencias con el de pobreza desde la perspectiva de Amartya Sen para hacer énfasis que lo más importante desde la perspectiva de la ponencia es el concepto de desigualdad como una condición estructura de América Latina y que rebasa el aspecto del ingreso. Partimos de la hipótesis de que la evaluación de los programas sociales puede constituirse en una herramienta para la corrección de desigualdades con base en un juicio objetivamente fundado en evidencia empírica.En la siguiente parte, abordamos los diversos tipos de evaluación y colocamos a éstos en correspondencia con modelos de intervención social. Privilegiamos aquí las evaluaciones que aporten elementos para reforzar los programas sociales que alienten la organización, la participación y la solidaridad social como una forma de reconocer la cohesión social, pero que funden sus experiencias de formación de capital social en el impulso a la cultura y la ética cívicas, así como en la sinergia institucional.En la parte relativa a un estudio de caso expongo la experiencia de evaluación de tres programas del Instituto nacional Indigenista en México y los resultados de la evaluación. Se resumen las conclusiones de un estudio y las recomendaciones bajo las perspectivas de evaluación ya apuntadas.Finalmente, se exponen las perspectivas de la evaluación para la administración de la desigualdad y propiamente, para la posibilidad de su superación.

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