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Códigos de conducta, desempeño institucional y políticas públicas

Por: Salcedo Aquino, RobertoColaborador(es): CLAD | Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, 10 SantiagoDetalles de publicación: México Auditoría Superior de la Federación 2005Descripción: 14 pTema(s): CONGRESO CLAD 10-2005 | ETICA | POLITICA PUBLICA | TEORIA ADMINISTRATIVAOtra clasificación: INAP-AR:CD 45 Congreso X Resumen: Existen tres grandes corrientes, sustentadas en el estudio de la naturaleza humana, para explicar el desempeño personal e institucional en la vida pública: la ética personal; la teoría de los controles; y un sincretismo estructurado por las dos primeras.Una corriente de la teoría contractualista establece que la sociedad se forma por el contrato de hombres libres y buenos que encuentran grandes ventajas en la formación de la sociedad. Siendo el hombre un ser bueno basta la palabra empeñada como garantía. Ante una situación en que corre peligro la confianza y la honorabilidad de una profesión por el uso de malas prácticas que en ellas se cometen, se crearon los códigos de ética. Éstos tienen el objetivo de dar certidumbre y confianza.La teoría de los controles considera que el estado natural del hombre es la guerra. Por ello su tesis es "que el poder controle al poder". En la construcción de mecanismos de control sobresale el neoinstitucionalismo; éste lleva la guerra hobbesiana a negociaciones que deben terminar en contratos. Por lo tanto, se requieren instituciones eficientes que puedan controlar en su seno y con reglas precisas todas las controversias y negociaciones.La escuela del sincretismo postula que el hombre es concupiscible. El poder en sí no es bueno ni malo; es, en sí, sencillamente neutral; es lo que el hombre haga de él. Las instituciones son creadas por hombres y compuestas por hombres a imagen y semejanza de máquinas que aspiran a un perfecto funcionamiento; sin embargo, conllevan las mismas imperfecciones y anomias que sus creadores.Quienes creen en la ética personal consideran que es posible una sociedad buena y perfecta; quienes confían más en los controles suponen que la sociedad funcionará como una máquina bien ajustada sin que surjan problemas graves; la combinación de ambas corrientes conjuga lo positivo de los códigos de conducta y la rigidez de los controles.
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INAP-AR:CD 45 Congreso X Navegar estantería (Abre debajo) Disponible 011666

Existen tres grandes corrientes, sustentadas en el estudio de la naturaleza humana, para explicar el desempeño personal e institucional en la vida pública: la ética personal; la teoría de los controles; y un sincretismo estructurado por las dos primeras.Una corriente de la teoría contractualista establece que la sociedad se forma por el contrato de hombres libres y buenos que encuentran grandes ventajas en la formación de la sociedad. Siendo el hombre un ser bueno basta la palabra empeñada como garantía. Ante una situación en que corre peligro la confianza y la honorabilidad de una profesión por el uso de malas prácticas que en ellas se cometen, se crearon los códigos de ética. Éstos tienen el objetivo de dar certidumbre y confianza.La teoría de los controles considera que el estado natural del hombre es la guerra. Por ello su tesis es "que el poder controle al poder". En la construcción de mecanismos de control sobresale el neoinstitucionalismo; éste lleva la guerra hobbesiana a negociaciones que deben terminar en contratos. Por lo tanto, se requieren instituciones eficientes que puedan controlar en su seno y con reglas precisas todas las controversias y negociaciones.La escuela del sincretismo postula que el hombre es concupiscible. El poder en sí no es bueno ni malo; es, en sí, sencillamente neutral; es lo que el hombre haga de él. Las instituciones son creadas por hombres y compuestas por hombres a imagen y semejanza de máquinas que aspiran a un perfecto funcionamiento; sin embargo, conllevan las mismas imperfecciones y anomias que sus creadores.Quienes creen en la ética personal consideran que es posible una sociedad buena y perfecta; quienes confían más en los controles suponen que la sociedad funcionará como una máquina bien ajustada sin que surjan problemas graves; la combinación de ambas corrientes conjuga lo positivo de los códigos de conducta y la rigidez de los controles.

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