Tipo de ítem | Biblioteca actual | Solicitar por | Estado | Fecha de vencimiento | Código de barras |
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Recurso digital |
Biblioteca Central
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INAP-AR:CD 45 Congreso IX | Disponible | 011323 |
La "democracia participativa" es una de las macrotendencias mundiales. Los procesos de reforma del Estado han intentado convertir a la "participación " en una nueva relación entre el Estado y la sociedad, donde el Estado ya no aparezca como opresor de la sociedad sino como colaborador "solidario" de ella. Mediante la "participación", especialmente bajo la forma de "participación comunitaria", la sociedad comparte las responsabilidades del Estado en su lucha para combatir a la pobreza, que es el flagelo mayor de los tiempos actuales. En México, los "comités de solidaridad" (creados por la estrategia de combate a la pobreza denominado Programa Nacional de Solidaridad) fueron la materialización de este concepto de "participación", pero existen fórmulas semejantes de participación organizada de los ciudadanos como base de programas contra la pobreza.La "participación" se volvió la llave mágica para que los pobres salieran de su pobreza. El gobierno, conjuntamente con los patrocinadores internacionales de los programas para combatir a la pobreza, hicieron de la "participación" una religión, un dogma moral. La "participación" fue transformada, además, en una máquina ideológica perversa que, lejos de combatir a la pobreza, sirvió para aplazar las reformas estructurales del sistema económico que generan pobreza. La "participación" se convirtió en una ideología que culpabiliza al pobre como causante de su propia pobreza. La pobreza se explicó por la falta de participación del pobre y no por las razones estructurales de la economía mundial y nacional, que generan explotación, concentración de la riqueza y empobrecimiento generalizado.A pesar de la "participación", la intensificación de la crisis ha incrementado la pobreza. Sobreviene la desilusión y aparecen los brotes rebeldes armados contra el sistema económico empobrecedor. Resulta interesante constatar que en Chiapas, donde el Programa Nacional de Solidaridad dispuso de mayor atención y gasto, y donde la "participación comunitaria", heredada de la tradición indígena, parecía asegurar el éxito de los programas para combatir a la pobreza, surgió la principal reacción violenta contra las políticas gubernamentales.Pareciera que la "participación" ha sido una forma ideada para que el trabajo "voluntario", es decir, no remunerado con dinero, de las comunidades sirva para alimentar y dar nueva vida al trabajo sí remunerado y explotado por el capital nacional e internacional.Ahora bien, para que la "participación", con toda su tradición histórica, pueda cumplir un papel liberador y positivo en el desarrollo de las comunidades, es necesario que sea dominado y controlado por la propia comunidad y no por las agencias gubernamentales y los organismos internacionales de financiamiento. Para ello, la comunidad requiere tener un estatuto de Estado con gobierno propio.
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