Trabajo que tiene por objetivo plantear la esencia de la "revolución productiva" como el cambio de la actual cultura de la especulación por la cultura del trabajo. Trata las siguientes cuestiones: la cultura del trabajo, el "shock" de confianza, el pacto social, los compromisos de los empresarios y los trabajadores, los compromisos del Estado, la eliminación de privilegios, el federalismo y la regionalización, la transformación nacional, el modelo de Estado deseado, los grandes mitos nacionales sobre el Estado, la moralización del Estado. Expresa que en la Argentina se ha constituido, a través de muchos años de desgobierno, una cultura donde nadie asume el riesgo, mientras la usura y los privilegios son una profesión institucionalizada. Pero debajo de esa actualidad decadente hay una Argentina "nueva" que quiere despegar y desarrollarse. La crisis de la Argentina está determinada por la encrucijada de un país viejo que se resiste a morir y un país nuevo que no alcanza a nacer. La tarea crucial consiste en forzar esa definición para construir un horizonte distinto. Señala que no se trata simplemente de incrementar el producto bruto ni las exportaciones, ni de insertarse de un modo más adecuado en la economía mundial, dado que ningún desarrollo tendría perdurabilidad si no estuviera respaldado por un cambio en las actitudes y en el pensamiento, los comportamientos y las conductas de todos los argentinos. Para este cambio es fundamental que existan premios y castigos, escarmientos y recompensas, de manera que resulte claro que no todo "da lo mismo". Expresa que como ha sido el mismo Estado el que institucionalizó y envió a la sociedad el mensaje de que era posible enriquecerse sin trabajar, se constituyó una cultura en la que el "sálvese quien pueda" reemplazó a la construcción de un destino solidario y compartido, en la que la dirigencia partidaria se transformó en una nueva "clase social" que cobija una corrupción creciente. Ante esta realidad, es tarea prioritaria reconstruir una cultura común donde todo derecho emane de la asunción de una responsabilidad, donde un objetivo nacional claro y compartido oriente todas las acciones. Expresa que la "revolución productiva" contempla a las futuras generaciones a través de la "revolución" del sentido común, de la sensatez, de la imaginación y de la creatividad. El nuevo modelo se complementará y cobrará vigor con una reforma sustancial del Estado, que se verá menos sometido a las arbitrariedades burocráticas.

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