La Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN) de la República Argentina, en la creciente construcción de un vínculo estable entre las entidades universitarias y el sindicato, está dejando de realizar simples convenios de "compra-venta" de servicios de capacitación "enlatados" para pensar conjuntamente en elaborar proyectos y programas en función de los intereses comunes o complementarios de las instituciones involucradas desarrollando alianzas estratégicas, capaces de perdurar en el tiempo. Y, del mismo modo, compatibilizando dichos intereses con los de la sociedad en su conjunto, en tanto esta debería ser la principal beneficiaria de las mejoras de los servicios públicos prestados por el Estado. Servicios estos que, sin lugar a dudas, mejorarán su calidad a través de la formación y capacitación de los trabajadores del Estado mediante la educación formal y la informal tendientes a lograr la eficacia y la eficiencia del Estado. Y, mejorar la calidad del Estado entendemos entonces que, sin ninguna duda, implica reducir los niveles de corrupción tanto del actor pasivo (quien recibe una prebenda) como del activo (quien otorga dicha prebenda). Pero también, pensando que tal vez la peor de las corrupciones sea la de no cumplir con los objetivos y funciones propias de ese Estado que, generalmente se explicitan con programas concretos en las plataformas de los partidos políticos antes de cada elección de quienes gobernarán, legislarán y administrarán la justicia.Ahora bien, entendemos que la formación de los agentes públicos debe estar en manos del Estado y por supuesto también de los trabajadores organizados acordando la misma a través del principal instrumento encontrado por las partes: la negociación colectiva, generadora del consecuente Convenio Colectivo de Trabajo del sector público en concordancia con los convenios 151 y 154 de la Organización Internacional del Trabajo.Y este producto, consecuencia de una alianza estratégica entre organizaciones sindicales y universidades de Chile y de Argentina, que será el resultado, entonces, de el trabajo de instituciones de ambos países latinoamericanos, podrá ser ofrecido y utilizado, en función del uso de las tecnologías disponibles de comunicación y capacitación virtual (e-learning), por trabajadores de otras naciones, en principio de habla hispana. En efecto, esta experiencia de cooperación entre actores sociales de un país en una primera instancia, y luego bilateral, es factible de internacionalizarse a mediano plazo tanto por la voluntad de quienes la impulsan como por las necesidades similares de otras naciones, en principio de la subregión y del continente. A eso aspiramos.

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