Entendemos que la reforma de la administración pública consiste, entre otras cosas, en aspirar a una Administración Pública que funcione mejor y que cueste menos. Y ello se llevará a cabo a partir de dos premisas fundamentales: la racionalización de la burocracia, comenzando por el proceso presupuestario y la mejora de la gestión mediante la difusión de una "cultura de calidad" y el servicio al ciudadano.La Administración pública precisa además de una mayor apertura hacia los requerimientos de la sociedad, actuando bajo los principios de transparencia y flexibilidad para adaptase a las progresivas mejoras exigibles, respondiendo de los recursos que emplean y en virtud de los resultados obtenidos.Uno de los principales retos que plantea el nuevo siglo para los gobiernos consiste en determinar, más que el grado de intervención en la economía, el modo de hacerlo para conseguir una interacción efectiva entre todos los agentes y así corregir los posibles fallos del mercado.En este sentido, la evaluación se ha convertido en una herramienta al servicio del gestor para mejorar la eficacia y eficiencia de las medidas que se ponen en marcha ya que su propósito es analizar las etapas del proceso de planificación desde que se decide intervenir hasta que se manifiestan los impactos, valorando el diseño, gestión, aplicación y resultados de las intervenciones programadas.

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