Sabemos que las instituciones están hechas de una parte formal que deriva de decisiones normativas, y de una parte informal constituida por las conductas de los sujetos sociales que aceptan tales decisiones. Mientras que la primera esfera queda justificada adecuadamente con mecanismos formales, la segunda requiere de una justificación más compleja. Este se debe a que los actores sociales no están obligados a aceptar restricciones institucionales por el solo hecho de que hayan sido formalmente elaboradas por una autoridad supraordinada.En efecto las razones para aceptar tales restricciones deben cubrir otras esferas, y superar la llamada paradoja de la autoridad. A la complejidad de la esfera informal se une su vulnerabilidad frente a los asedios que pueden originarse en diversos factores. Entre los más importantes inherentes a las propias instituciones, se encuentran los vinculados a la responsabilidad que los sujetos supraordinados tienen en la construcción de una actitud interna hacia las instituciones, y los asociados a los mecanismos de producción de los arreglos institucionales y de los incentivos incorporados.

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